Políticamente corrector (de estilete)

jueves, 1 de diciembre de 2011

Polémica sobre «Orsai» (1º/12/2011)


Esporádicamente ingreso a «Gente del Libro» para informarme sobre las novedades del sector. Lo considero un canal muy valioso y necesario para todos nosotros. Ayer ingresé con especial interés a raíz del debate generado por la publicación del video de la intervención de Hernán Casciari en TEDxRío de la Plata. Entre ayer y hoy pude leer comentarios variopintos, que festejo por su diversidad. Pero también hay unos cuantos que son ofensivos hacia Hernán. Pero sobre todo son gratuitos. Desconozco si se deben a envidia, liviandad para postear como si GdL fuese una mesa de bar en la que cualquiera opina sin importarle el alcance de sus palabras, y no un blog profesional que pretende un cierto mínimo nivel de discusión.

La respuesta que Paola Adler recibió de Casciari (y reprodujo en un post) me parece que expresa en una pincelada la esencia de Orsai: un proyecto personal que requiere un trabajo descomunal, por tanto me parece ofensivo e inconducente que alguien (no sé quién lo comentó en este foro) afirme que detrás de Casciari está Schávelzon. Como lector, admirador y distribuidor de la revista le pido a quien lo haya escrito que se haga cargo de ello y presente pruebas de tamaña barbaridad, porque quienes apostamos por Orsai cuando aún no existía (compramos y pagamos por adelantado el Nº 1 de la revista), sabemos de primera mano cómo se gestó todo esto. Personalmente lo sé de boca de Hernán, por tanto procuremos ser respetuosos y no opinar como si fuésemos adolescentes. Orsai se gestó desde la ilusión, cierta ingenuidad e inciertas expectativas, pero es algo 100% genuino, eso lo sabe todo aquel que sigue el blog de Hernán hace al menos un año. Por tanto, afirmar que detrás de Casciari se encuentra Guillermo Schávelzon es muy malintencionado.

Quien conozca a Hernán sabe que tiene una calidad humana y una capacidad de trabajo que ya quisiéramos tener la mayoría de nosotros. Creo que cierta crítica con mala espina nace de la imposibilidad personal de no atreverse a realizar un sueño personal como está llevando adelante Casciari, con un apoyo de sus lectores inédito y muy movilizador. Toda persona sana debería alegrarse de que Orsai sea una realidad, porque a fin de cuentas enriquece este mundo editorial anquilosado en el que ya no suelen irrumpir demasiados Quijotes.

Como dice Casciari, «Orsai ya no es una revista, ni una editorial ni un bar, sino un proyecto de mucha gente». Esa «mucha gente» que apoyamos su proyecto nos sentimos orgullosos e ilusionados por lo que se está gestando, por tanto me parece muy válido que no estén de acuerdo con la impronta que motoriza Orsai, pero por favor tengan la delicadeza de opinar con respeto y un mínimo criterio si no conocen realmente la esencia de todo esto. Gracias.

Polémica sobre «Orsai» (30/11/2011)


Más allá de juicios y prejuicios, creo que la apuesta de Hernán Casciari con Orsai —sumada al hecho de haber «pateado el tablero»— nos invita a repensar las particulares lógicas con las que se maneja el mundo editorial tradicional en el contexto del descomunal cambio de paradigma que se está produciendo con la irrupción de Internet y los nuevos soportes digitales.
Evidentemente, el «Caso Orsai» suscita tantos admiradores como detractores porque pone sobre el tapete el replanteo de un negocio que ha permanecido casi inalterable por muchas décadas, a pesar de las quejas más o menos solapadas de tantos de nosotros. En muchos casos quejas cobardes, anónimas, por miedo a perder el trabajo, los clientes, las colaboraciones, los subsidios. Es comprensible.
En ese contexto (y con esa lógica) entiendo que hay que analizar la apuesta de Casciari, que ha hecho una renuncia muy valiente, máxime cuando no es precisamente hijo de aristócratas y deberá generar ingresos para darle de comer sus hijos, triunfe o no su proyecto a largo plazo. Él sabe que pocos le darán trabajo si intenta volver a publicar o escribir en los medios a los que renunció enfática y públicamente.
¿Quién de nosotros tiene el talento, la voluntad y el coraje de renunciar al lugar que ocupaba Hernán Casciari? Me atrevo a decir que muy pocos de nosotros, incluso un porcentaje menor que el que las editoriales le dan a los autores de sus libros. El revuelo provocado por Orsai me parece muy sustancial, sano, en un momento en el que ese debate se torna fundamental para el futuro del mundo editorial, léase para el futuro profesional de muchos de nosotros. Debería ayudarnos, a todos, a mirarnos al espejo y luchar para que los profesionales de la cadena de valor del libro intentemos replantear nuestro rol, nuestro «valor» (simbólico y económico) dentro del largo, complejo y apasionante proceso que culmina en un libro bien editado.
Concluyendo, creo que la zozobra que provoca el «Caso Orsai» va mucho más allá del propio caso puntual, es más subterránea que superficial y cunde en cada uno de nosotros. Allí radica su fuerza. Bien gestionado puedo provocar una mejora en el ecosistema editorial a mediano y largo plazo si la enorme difusión de Orsai logra que todos debatamos con franqueza cómo estamos y cómo queremos estar, cómo trabajamos y cómo creemos que deberíamos hacerlo a partir de hoy. Tal vez esto sea el principio de algo. Aunque no lo parezca, debemos usar la inteligencia colectiva para generar una sinergia que nos permita mejorar, sin generar «bandos», sino alternativas para el mundo editorial del siglo XXI. El futuro ya llegó y las rotativas no van a parar.