Políticamente corrector (de estilete)

viernes, 20 de noviembre de 2009

Normas de estilo (Mario Muchnik)

et al.: et alii, y otros

op. cit.: opere citato, en la obra citada

ms., mss.: manuscrito, manuscritos

Dos puntos: después de dos puntos se sigue con minúscula excepto si lo que sigue es una cita textual.

- Había tres personas: dos mujeres y un niño.

- Había tres personas y él aclaró: “Dos mujeres y un niño”.

En denominaciones compuestas, sólo la primera palabra va con mayúsculas, salvo cuando existe la sigla:

- Primera guerra mundial

- Confederación General de Trabajadores

Referencias bibliográficas:

Libros:

Autor, Título, cap., pág., etc., Lugar de edición, Editorial, fecha.

Artículos de revista:

Autor, “Título del artículo”, en Título de la revista, Nº, vol., pág., etc., Lugar de edición, Editorial, fecha.

Satisfacer: se conjuga como hacer. De allí que “satisf(i)cieron”, no satisf(a)cieron.

Raptar: sólo se rapta a una mujer a la que se sustrae con engaño y contra su voluntad de la casa paterna. Se SECUESTRA a un niño, otra persona o un avión con el fin de exigir a cambio dinero u otros bienes.

El (algún) agua fresca.

NO esta agua fresca.

El (algún) aula.

NO esta aula.

El (algún) área.

NO esta área.

El (algún) hambre.

NO esta hambre.

Hispanoparlante: NO existe, como tampoco el francófono ni el francoparlante. Existe sólo el hispanohablante.

sentaos y no sentaros

quedaos y no quedaros

mudaos y no mudaros

cambiaos y no cambiaros

Me CAUSO alegría. Nunca me PROVOCO alegría

MASACRE/MASACRADOS no se usa en español, MATANZA es la palabra.

Medio Oriente y no Oriente medio.

MONOSÍLABOS:

Nunca jamás se acentúan EXCEPTO para evitar confusión con otros significados:

Dio y no dio

Fue y no fue

Fui y no fui

Che (Guevara) y no Ché

Pie y no pié, excepto si es el verbo PIAR.

Fe y no fé

MOTU PROPIO

Jamás con preposición: motu propio y no “de” o “por” motu propio.

PLANTEAR:

Se PLANTEA un problema, pero se PROPONE una solución. Nunca “se plantea una solución”.

Porqué, porque, por qué: cuando se sustantiva como causa de algo, se debe acentuar:

¿Por qué se dio Juan a la bebida?

Del porqué Juan se dio a la bebida

Juan se dio a la bebida porque era tonto

Psiquiátrico: nadie jamás ha sufrido TRASTORNOS PSIQUIATRICOS, sino TRASTORNOS PSÍQUICOS, por lo que se lo pudo haber sometido a TRATAMIENTO PSIQUIATRICO.

Que, cual, quien, cual, cuanto, cuando, donde: llevan acento gráfico cuando funcionan como PRONOMBRES, dentro o fuera de signos de interrogación o admiración, y no lo llevan cuando son partículas  de relación:

No sé qué dijo, sólo sé que lo dijo

Dijo que cuando llegara avisaría,  pero no especificó cuándo

Venga de donde venga, no sabemos a dónde va.

Enrique Murillo

Conoce a Schávelzon y es amigo de Jordi Nadal (Plataforma) y de Javier Aparicio Maydeu (Posgrado Edición Universidad Pompeu Fabra).

El insulto en español (diccionario).

El insulto en español, de la A a la Z.

Forro. Profiláctico. Boludo, pelotudo. ¿Idolo o forro? Antonio Gasalla llevó la cuestión a la televisión argentina en los 90 y puso la palabra en boca de todos. “El Diccionario de la Injuria” demandó cuatro años de investigación. Sus autores sostienen que bajo el insulto se encuentran claves del lenguaje. Zonzo, poco diestro, torpe. Abombado, alcaucil, bambaco, bobalicón, bobeti. Gil, bah. En el arte del insulto las posibilidades son casi infinitas. De ahí que para algunos sea más fácil decir “zapallo” o “nabo", otros opten por un más almacenero “salame", y haya quienes consideren un mamerto al que para decir “tonto” elija “zanahoria".

¿Confunde? Para resolver esas y muchas otras dudas, y con un objetivo tan antropológico como didáctico, Sergio Bufano (periodista) y Jorge Perednik (poeta) reunieron todas estas opciones en su flamante “Diccionario de la Injuria", de editorial Losada, que estará en las librerías a partir de la próxima semana. Editado en Argentina, es el primer diccionario de este tipo y compila la mayor parte de insultos argentinos y latinoamericanos, además de los españoles que son los que más frecuentemente aparecen en los diccionarios.

“La carga extra de goce de estas palabras lleva a aumentar su producción, pero el mismo goce de esta producción, en su necesidad de satisfacerse, deja atrás innumerables palabras para seguir fabricando otras", explica Bufano.

Semejante relevamiento les llevó cuatro años y casi 300 páginas de recopilación, información e intercambio con hispanohablantes de España y América.

“Lo que más me sorprendió es la riqueza y creatividad de los insultos en otros países de América latina", cuenta Bufano. “Nosotros, los argentinos, pareciéramos habernos quedado más con el insulto que alude a lo sexual o a la madre, pero me pareció muy divertido que los mexicanos usen la expresión gustador de arroz con popote (sorbete)’ para decir que un hombre es homosexual".

Cabe, sin embargo, señalar en defensa de los argentinos que los mexicanos le dan a la palabra “chingada"— que en principio quiere decir tener relaciones sexuales— más de 100 significados diferentes según como se aplique. Y que hay en nuestro acervo insultos geniales como el de “ñoqui” (por el que llega el 29 de cada mes sólo a cobrar) o “kolynos” (para quien le faltan todos los dientes) que se destacan de la más común alusión a los órganos sexuales, el color de la piel, la religión o el ancho de las caderas.

Además de otros que por algún motivo nos impiden entendernos bien con otros latinoamericanos (¿como se explica que acá “perro” sea alguien malo o un jugador de fútbol con pocas habilidades y en Perú aluda a quien tiene mal olor en los pies?).

Para Jorge Perednik, en tanto, el insulto es un momento importante en nuestra cultura porque “a través de él se produce un desvío de la violencia física hacia la verbal, lo que produce un ejercicio dialéctico del enfrentamiento y es positivo al menos en términos de la salud y la especie". “Lo complicado —continúa Bufano— es cuando un grupo opta por utilizar siempre la misma palabra para decir muchas cosas diferentes. Que es lo que les pasa a muchos argentinos con la palabra boludo".

Ya sea que haga referencia a la opción sexual, la nacionalidad, la etnia, el coeficiente intelectual o las características físicas, la realidad es que la injuria que Jorge Luis Borges elevó al nivel de arte y Bufano y Perednik consideran demasiado efectista como para serlo habla tanto de quien insulta como de quien es insultado.

Libros sobre Edición

El control de la palabra (André Schiffrin, Anagrama, 2006).


Confesiones de una editora poco mentirosa (Esther Tusquets, RqueR, junio de 2005).


José Martínez de Sousa: 1. Diccionario de bibliología y ciencias. 2. Diccionario de edición, tipografía y... 3. Diccionario de lexicografía práctica. 4. Diccionario de ortografía de la lengua. 5. Diccionario de ortografía técnica. 6. Diccionario de redacción y estilo. 7. Diccionario de tipografía y del libro. 8. Diccionario de usos y dudas del español. 9. Manual de estilo de la lengua española.  

«Perdón, imposible» (citas)

«Perdón, imposible» (José Antonio Millán, RBA, 2005)

El veneciano Aldo Manuzio (1450-1515), el mejor de los impresores de su época –equivalente casi a los editores actuales- fue el instaurador de un modelo de libro que se ha mantenido hasta nuestros días.

Debemos al taller de Manuzio la aparición de la letra cursiva, más legible que la gótica que se veía usando en imprenta (y que se basó en la letra humanista manuescrita).

También aportó una puesta en página equilibrada con un sabio uso de los espacios en blanco en los márgenes, e incluso un formato nuevo: el de bolsillo.

Su emblema fue el ancla y el delfín –luego utilizado repetidamente- y el lema “festina lente” (apresúrate despacio), auténtica clave del trabajo editorial.

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La imprenta ayudó a extender y uniformizar el uso de los signos de puntuación, aunque durante siglos hubo usos muy diferentes, con variantes en distintos países.

Para el español, el impulso unificador vino de la Real Academia, que en 1742 incluía el embrión de los usos modernos en su “Ortographía” (por cierto, la puntuación se ha considerado siempre parte de la ortografía, aunque en el sentido popular, ortografía es lo que tiene que ver con las letras, mientras la puntuación se ocuparía de los signos. Pero hasta mediados del siglo XIX no podemos encontrar un sistema de puntuación estable.

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El punto y coma aparece en español en el siglo XVI, aunque con escaso uso.

En el Renacimiento fue muy frecuente que los : se llamaran “coma”, de hecho cumplían la función que hoy tiene la coma.

EN FRANCÉS, es común dejar un espacio ANTES y otro DESPUÉS de los dos puntos. “decía : el…”

El paréntesis aparece en los primeros libros impresos a finales del siglo XV, aunque ya era usado en los manuscritos. Su nombre proviene del griego “paréntesis” (poner al lado). Su misma forma recuerda dos manos curvadas que agarraran una porción de la frase, dice el maestro del XVII Jiménez Patón: “Paréntesis es un círculo grande, partido por medio, que abraza la razón inserta”.

En las últimas décadas (quizá por influencia del inglés), está cundiendo en uso de rayas en la función del paréntesis. Su función es exactamente la misma.

Si el narrador hace un comentario al final de la frase, no se cierra la raya de diálogo.

El signo ¶ o “calderón” es una forma especial de la letra P, inicial de “paragraphus”, palabra latina para “párrafo”. En los ordenadores este signo se utiliza precisamente para indicar el final del párrafo.

“Lo dijo Blas, punto redondo”: frase irónica que se utiliza para expresar que algo que otro ha dicho no se considera, ni mucho menos, cierto.

Comillas: latinas (« »), inglesas (“ ”) y simples (‘).  

Misceláneas de editor.es

              Su relación personal con los escritores es decisiva. Actúa como una comadrona literaria, un analista, un hombre de negocios y un mecenas. Cuando más estrechas sean las relaciones entre ambos, cumpliendo funciones de emitir y recibir noticias que sirvan para prever tendencias futuras. 

El editor no pretende con sus libros tanto satisfacer necesidades como crear otras nuevas.

Tiene como tareas (debe tener) la de saber desatar las energoas delos autores, descubrir la potencialidad de cada uno y encauzarla correctamente, para que el autor pueda crecer y asi hacer crecer nuestro objetivo como editor de ese autor.

Es el primer socio del autor, su primer interlocutor en el enjuiciamiento  del amnuscrito ye en un posible trabajo que le proporcione ese máximo de sustancia y calidad  del que es capaz cada escritor.

La clave hoy son las alianzas estratégicas.

Los chicos de hoy, a los 6 años, no tienen aún internalizado el idioma ni la lectoescritura, sin embrago se inician en la informática y los padres creen que están ante un genio, y sólo es un semianalfabeto.

Todos los problemas de la alfabetización comenzaron cuando se decidió que escribir no era una profesión sino una obligación y que leer no era una marca de sabiduría sino marca de ciudadanía.

“Dime qué lees y te diré quien eres.” (J. Claretie)

miércoles, 18 de noviembre de 2009

«Godgle» (IV)

Inexorable «signo de los tiempos»

 

Todo emprendimiento tecnológico con tan profundas implicaciones socio-culturales, lógicamente, crea un gran escepticismo inicial por la infinidad de implicaciones que conlleva. Pero no olvidemos que un emprendimiento de ésta naturaleza y envergadura es inexorable en la coyuntura histórica en la que estamos inmersos, teniendo en cuenta la vertiginosa evolución de las nuevas tecnologías digitales.

De cerrarle las puertas a Google, debemos saber que de todos modos, más temprano que tarde, lo intentarán otros Dioses 2.0, pero desconocemos si éstos otros están dispuestos a hacerlo con acceso gratuito como —al menos en principio— lo plantea Google Books.


Marco legal

 

Google tiene derecho a continuar con su «Cruzada Digitalizadora», y lo hará valer usando cada resquicio, intersticio y grieta que encuentre en los límites de la legalidad, en ocasiones difusa, sobre todo en relación a las nuevas tecnologías, campo en el que no es infrecuente toparse con vacíos legales.

Google detectó un nicho de mercado, incluso podríamos decir que lo creó —así como creó otros tantos productos y servicios innovadores— y usa esa posición dominante para acrecentar su dominio, pero ¿si no avasalla los derechos de autor, siguen existiendo motivos para rechazar la creación de una futura «Biblioteca Digital Mundial»?

 

Google Books y editores: ¿enemigos o aliados?

 

¿Existe una disyuntiva real? ¿Es correcto plantearlo como una guerra? Ya son varias las grandes bibliotecas mundiales que han firmado acuerdos o preacuerdos con Google Books para digitalizar sus fondos. Y, lógicamente, esa es la aspiración de cualquier biblioteca del mundo, independientemente de su ubicación geográfica.

El escollo es el costo de dicha digitalización, he ahí porqué nadie se ha ofrecido a hacerlo hasta hoy, ni siquiera los gobiernos de los países más ricos del planeta.

Bien planteada —respetando los derechos de autor y las leyes vigentes— la alianza de Google Books con editores, bibliotecas y gobiernos podría resultar muy beneficiosa tanto para ellos como para usuarios y autores.

 

Bibliotecas: ¿existe realmente un «bibliotecaos»?

 

¿Es éste el quid de la cuestión? Uno de los puntos álgidos en la disputa es la digitalización de bibliotecas públicas, ya que si determinada gran biblioteca acepta digitalizar su patrimonio, estará aceptando —y legitimando legalmente— que Google Books haga uso de libros que tienen derechos de autor y una editorial que los ha editado en papel, todo ello sin pagar a autores y editores.

Pero no es menos cierto que Google Books ya está buscando el modo de acordar con ambas partes, ya que sabe que buena parte de los autores es consciente de que también es una oportunidad de difundir su obra y generar ganancias, constituyéndose en otra vía alternativa pero sinérgica de potenciar la difusión y venta de su propiedad intelectual, reputación y prestigio profesional.

 

Digitimes

 

El salto que intenta Google Books es tan rupturista que su materia gris trata de no darles tiempo ni a a competencia ni a nosotros como usuarios a que tomemos conciencia de la real dimensión que implica la «Digitalización 3.0». Y hacen bien, si lo piensan como mero negocio.

Precisamente por eso nosotros debemos pensar como usuarios y no dejarnos llevar por las esporas que Google esparce por toda la faz de la Tierra.

Pensemos por nuestra cuenta, no permitamos que decidan por nosotros ni los gobiernos, ni Google, ni ambos juntos. Nosotros también poseemos mucho poder (de convocatoria, de decisión, como opinión pública). Ejerzámoslo contra viento y marea, ejerzamos un escepticismo crítico, no somos meros espectadores. Y si lo somos, no deberíamos serlo.

 

Godgle: ¿más o menos que su reputación?

 

  Aunque a fin de cuentas coincidamos, no nos dejemos llevar por la riada del deslumbramiento que produce éste nuevo     Dios 3.0 sin pensar por nosotros mismos. No creamos a pie juntillas en el Dios 3.0. Creemos un contrapoder social        para que Godgle sepa que sin creyentes no habrá Dios. Y el siglo xxi exige dioses que nos faciliten las cosas o no    tendrán nuestro apoyo. Ayudemos a Godgle a que nos ayude. Y no es una mero juego de palabras.

lunes, 2 de noviembre de 2009

«Goodglenberg» (III)

¿I feel goodgle?

¿Cómo nos sentimos, inmersos en la nueva era digital? ¿Estamos preparados para tantas analogías digitales, tan rápidas, tan mutantes, tan ajenamente nuestras? Pensemos juntos, porque la decisión nos incluye y nos influye. Mucho. Muchísimo más de los que muchos imaginan.

¿Cómo se siente usted frente a la posibilidad real de una Biblioteca Mundial Virtual en manos de un Big Brother? Casi todos necesitamos de una hermano mayor que nos guíe, pero ¿casi todos necesitamos que casi todo sea manejado por él?

¿Podríamos casi todos lograr que él no se adueñe del patrimonio de todos? ¿EsGoogle Books nuestro enemigo, nuestro aliado?

¿Quién es quién en el mapa del futuro digital?

Riesgos, ventajas, peligros, potencialidades… El punto de conflicto es quién lo haga y con qué objetivos. Hay una realidad indiscutible: para emprender tamaño desafío se debe disponer de dos cosas, la primera es muchísimo dinero, la segunda consiste en la voluntad de llevarlo a cabo sabiendo los riesgos de todo tipo que puede acarrear, además de los innegables aspectos positivos.

Ahora, si esa voluntad se rige por la ética y acepta todos y cada uno de los derechos de autores, editores y demás aspectos legales, ¿cuál sería el verdadero problema? El riesgo de un monopolio no es menos cierto que la posibilidad de una democratización en el acceso a la cultura universal, hoy imposible para tres cuartas partes de la humanidad.

¿Imperialismo 3.0?

¿Estaremos ante un caso de Imperialismo, pero «3.0»? Ese punto es neurálgico en la gran discusión en torno a Google Books, porque muchos analistas tienden a simplificarlo, otro a complejizarlo y una tercera vía promueve su politización.

Google Books tiene una «política de empresa», claro, como toda gran empresa. Pero de lo que se trata es de una nueva clase de capitalismo, innovador, que marca e impone tendencias, pero que también puede ser un gran aporte en el plano cultural.

El «Capitalismo 3.0» —al igual que el capitalismo de toda la vida— no tiene banderas y responde a lógicas e imperativos que tienen más que ver con los números que con las letras. Debemos permanecer atentos, pero sin mezclar (tanto) «cultura política» con «política cultural».

¿Pseudomecenas virtual del Tercer Mundo?

Si Google Books logra que un estudiante de un pueblo perdido de Marruecos, Chiapas o Tierra del Fuego pueda disfrutar —desde su casa, su colegio o la biblioteca popular de su barrio— de una visita virtual al Museo del Louvre, de hojear las páginas de la versión original del Quijote, de acceder a información, conocimientos, datos históricos, literarios, políticos o geográficos, entonces, la disyuntiva indudablemente adquiere otros matices, porque hoy por hoy esos chicos no tienen acceso a infinidad de herramientas a las que el Primer Mundo ya está habituado, porque además puede acceder a ellos por otras vías alternativas a Internet.

Ese ingente corpus de información, datos y conocimiento —bien usados, claro— puede resultar determinante sobre todo para fines educativos en países del Tercer Mundo, en el que los libros siguen resultando un bien suntuario.

¿Gran oportunista real del Primer Mundo?

Poniendo en la balanza los múltiples sus complejos aspectos, la balanza se inclina hacia otorgar a Google Books el beneficio de la duda, obligándolos contractualmente a respetar todos y cada uno de los aspectos legales nacionales e internacionales de cada caso, debiendo acordar con gobiernos, instituciones y particulares los derechos de copyright para cada caso.

De hacerse así, creo que no solo redundaría en beneficio de los menos favorecidos, sino que permitiría a autores y creadores mayor difusión y el cobro de derechos que hoy por hoy muchos de ellos no perciben, por uno u otro motivo, por las vías tradicionales.